A Mother's Love During Difficult Times

A Mother's Love During Difficult Times

El Amor de Madre en Tiempos Difíciles

By Lucy Gutiérrez-Olvera, MTS '19, Neuhoff Institute for Ministry & Evangelization 


 Date published: May 10th, 2020

mother

Mis abuelos paternos tuvieron que dejar a su amada España y se convirtieron en refugiados de guerra poco después del final de la guerra civil española en 1939. Dejar todo atrás fue especialmente difícil para mi abuela, que tuvo que separarse de todo y de todos excepto de su esposo, sus hijos y su fe para irse a vivir a un país extranjero. Yo creo que por esto, mi amada abuela era generalmente una mujer callada a
la que sobre todo, no le gustaba hablar de la guerra. Sólo tenía dos cosas que decir al respecto: que no deseaba seguir viva para ver otra guerra, y que el único tipo de amor que naturalmente podía sobrevivir en tiempos de guerra, era el de una madre por sus hijos. Probablemente por la expresión en mi cara,
después de decir algo tan fuerte añadía que pudiera haber, por supuesto, honrosas excepciones. Independientemente de cuando estuve totalmente de acuerdo, más o menos de acuerdo, o totalmente
en desacuerdo con ella, esas palabras han estado siempre presentes cuando medito en el amor de
madre.

En mi experiencia, la mayoría de las personas llegan a un momento en sus vidas en el que se dan cuenta de que han sido premiadas con la mejor madre del mundo. A mi así me sucedió. Hoy, me queda claro que las cosas que más me molestaban de mamá cuando yo era adolescente, más bien me han ayudado a convertirme en una mejor persona. Particularmente, la fe de mamá me irritaba. Ella siempre ha practicado una profunda devoción a María. Así que crecí con la impresión de que la Virgen era una especie de ser mágico. De todos modos, en mi corazón de niña, siempre guardé un lugar especial para la Reina del Cielo. Con los años aprendí la diferencia entre “adorar” y “venerar”, y que la Virgen no hace los milagros por sí misma, sino que es Dios quien los concede a través de ella. Entonces, me sentí engañada, casi se podría decir que traicionada. Por lo tanto, mi imagen de la Virgen se desmoronó. Por supuesto que ni me imaginaba que mi Madre del Cielo estaba encantada de hacerse a un lado para que yo me encontrara con su Hijo de una vez por todas. ¿Qué más podría hacerla una mejor madre? ¡Ella me permitió descubrir el significado del amor dejándome experimentar lo que no lo es! Es realmente difícil de explicar con palabras. Nunca dejé de anhelar su protección materna. Por lo tanto, sólo fue necesaria una oración casual —"¿quién eres María? Extraño tu presencia. Me encantaría poder conocerte";—, para que descubriera la gracia indescriptible de amar a la Madre de Nuestro Señor. Me di cuenta de que es a través de María, que vamos a Jesús, de la misma manera en que el Padre la escogió a ella para enviar a su único Hijo al mundo. Por lo tanto, las oraciones de mi madre fueron contestadas.

Mayo es el mes de María y es también cuando celebramos el "Día de la Madre". Me gusta pensar que es una invitación a honrar la vocación de toda mujer al amor, y María es el ejemplo perfecto de la mujer. El Papa San Juan Pablo II dijo que, "poniéndose al servicio de Dios, [María] ha estado también al servicio de los hombres: un servicio de amor".1 Todos estamos llamados a amar, pero como mujer, creo que nosotras somos las guardianas del amor. Permítanme explicarlo a través de las Sagradas Escrituras. En el libro del Génesis, entendemos que Adán necesitaba “verse” reflejado en Eva para poder reconocerse a sí mismo como persona: “Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gen 2,23). Adán no encontraba complementariedad en ninguno de los animales que había nombrado y, por lo tanto, necesitaba de una ayuda adecuada para no estar solo. En cierto modo, la mujer fue llamada para ayudar al hombre a reconocer y abrazar su humanidad.

María es el ejemplo perfecto de la feminidad y, aunque podría haberme sentido un poco decepcionada cuando me di cuenta de que ella no era el ser mágico que había imaginado, demostró ser mucho más que eso. Conocerla ha desvelado un hermoso significado para mi vida y mi relación con los demás. Ella es tan perfecta que cuando le expreso mi gratitud, inmediatamente me dirige hacia su Hijo y luego me recuerda a mi propia madre. El día que le pregunté qué se sentiría al darle un abrazo bien grande, ella me respondió con el recuerdo del abrazo que me da mi mamá en el aeropuerto cada vez que viene de visita. Probablemente esto es lo que mi abuela quiso decir cuando hablaba del amor de una madre y de su capacidad para superar a los momentos más difíciles en la vida.


1 Juan Pablo II, “Carta de Juan Pablo II a las Mujeres,” #10, 29 Junio 1995. En la Santa Sede,
www.vatican.va.